miércoles, 27 de julio de 2011

Pina Bausch, signo y danza

Por Marsel Esbey Toledo Aguilar

La crueldad, la ironía, la oscuridad, el amor; aspectos fundamentales de la condición humana y de la producción de Pina Bausch. Fue alumna de Kurt Joss y Sigurd Leeder. En 1973 funda el Tanztheater de Wuppertal. Es creadora del teatro-danza, género en el que Pina encuentra su lenguaje para hablar desde su contexto: la sociedad postmoderna, después de todo, el contexto social determina las manifestaciones artísticas en general. Pina logra con su poética reflejar las condiciones del hombre postmoderno, se basa en situaciones cotidianas y las trasgrede reconfigurando además las concepciones canónicas sobre la estética del cuerpo en la escena.
“Café Müller” (1978) provoca, al menos personalmente, una conmoción paralizante. En la obra los personajes tienen una calidad de movimiento específica que los determina, y sus acciones corresponden a estas características. El recurso de las repeticiones con sus rompimientos son generadores de tensión que a su vez se suaviza con calidades de movimiento muy sutiles. El uso de los silencios, contrastes y analogías entre el discurso musical y el corporal contribuyen también a estas tensiones emotivas. La obra está llena de signos que, aunque tienen que ver con una intención particular de la autora, son parte de un imaginario colectivo, podemos identificarnos con los personajes y emocionarnos.
En “Bandoneón” más que un montaje la obra surgió de un proceso exploratorio en el que los intérpretes se ven totalmente involucrados; todo el equipo de trabajo se implica en el proceso y discurren hasta alcanzar el producto final. Los intérpretes proponen, transforman, interpretan; Pina propone, dirige, selecciona y los encausa planteando cuestionamientos que les obligan a investigar sobre la escena, sobre el cuerpo y su mensaje, sobre los símbolos que porta y que genera.



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