viernes, 15 de enero de 2010

TEATRO EN 2009: EL AÑO QUE VIVIMOS EN PELIGRO

El lunes, 04 de enero de 2010 a las 17:29

El año que vivimos en peligro Gonzalo Valdés Medellín

Año de Influenza, de las eclosiones macroeconómicas, de las guerras entre los gobiernos y el crimen organizado, 2009 sin embargo fue para el teatro mexicano, año de muchísima actividad.

Desde el hecho de que varios festivales y/o encuentros escénicos se llevaron a cabo en nuestro país, hasta el que se dieron a conocer continuamente no pocos nuevos dramaturgos y directores.

En 2009 el teatro en el mundo perdió a varios de sus más significativos exponentes como la coreógrafa Pina Bausch, el creador del Teatro del Oprimido Augusto Boal y Mario Benedetti que en su faceta de dramaturgo también hizo aportes al teatro latinoamericano, con obras ya clásicas como Pedro y el Capitán o Ida y vuelta. Pérdida lamentable para el teatro en México fue la de doña Guadalupe Balderas, personaje consubstancial en la historia del teatro xalapeño y a quien se debe, junto con el maestro Francisco Beverido, mucho de la profesionalización y fortificación de las artes escénicas en Veracruz.

Así, entre los dramaturgos mexicanos que este año estrenaron obra en nuestros escenarios se cuentan Ignacio Solares con Delirium tremens, versión de su espléndida novela reportaje, llevada a escena con la inteligente visión de Antonio Crestani. También desde la importancia de continuar fortificando el espacio del Teatro El Milagro, entre muchas otras actividades generadas ahí, el dramaturgo David Olguín estrenó bajo su propia dirección La lengua de los muertos, de su autoría, mostrando un texto incisivo, de corte histórico e impactantes dimensiones dramáticas en torno a Belisario Domínguez. Bajo la dirección del joven Ginés Cruz, la Coordinación Nacional de Teatro del INBA llevó a cabo el Homenaje a Fernando Sánchez Mayans con la puesta de Las alas del pez.

Dos nuevos dramaturgos-directores reafirmaron sus ya conocidas trayectorias, con trabajos de gran estatura artística y relieve estético, que dejaron huella en el teatro mexicano en 2009: Alejandro Ricaño, Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido 2008 con Más pequeños que el Guggenheim, una de las mejores propuestas independientes del año. Otro fue Richard Viqueira con El Evangelio según Clark que aleccionó con su riguroso sentido de la traslación del entrenamiento físico a la comedia y al drama. Entre Más pequeños que el Guggenheim y El Evangelio según Clark, queda el toque estilístico para definir sin duda lo que serán los caminos de expresión del nuevo teatro en su relación intrínseca con el público, marcando una tendencia hacia la integración de los oficios entre el dramaturgo, el director, el intérprete y los creativos. Viqueira y Ricaño son en la actualidad dos de los directores con mayor empuje propositivo, cuya solidez expresiva y creadora los ha puesto a la cabeza de las nuevas generaciones de hacedores escénicos.

Varios encuentros teatrales se llevaron a cabo en el país a lo largo del año y muy significativo fue Teatro en la Calera, en Xalapa, Veracruz, bajo la siempre objetiva, vigorosa y rigurosa coordinación del maestro Francisco Beverido Duhalt quien prosiguió además animando con espléndidos resultados su iniciativa de Teatro en la Alacena donde los grupos independientes juegan suerte experimental buscando en espacios diversos la manera de ponerse a contraluz con las convencionalidades al uso. En Teatro en la Calera destacaron las puestas de La fábrica de los juguetes de Jesús González Dávila, por el grupo AdoleZente Teatro, dirigido por Aureliano Castillo León, La historia de la serpiente de Leónidas Andreiev, bajo la dirección de Jorge Castillo y Arena, voltereta y drama, delicioso espectáculo infantil dirigido por Mercedes Huerta, con la actuación del niño José María Cuevas Ramírez, dotado de gran versatilidad, talento, disciplina fructífera y eficiente desempeño histriónico.

La Muestra de la Joven Dramaturgia en Querétaro también volvió por sus fueros bajo la conducción de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, Édgar Chías y Alejandra Serrano, donde se dieron cita varios jóvenes autores como Alejandro Ricaño —quien estrenó ahí justamente su muy celebrada Más pequeños que el Guggenheim—, Noé Morales Muñoz con Hitler en el corazón y, entre otros, Ignacio Padilla, Luis Arbesú y Enrique de Ita.

En el Festival Internacional Cervantino en Guanajuato muchas fueron las presencias del teatro mexicano como la del debutante libretista Nicolás Alvarado quien homenajeó a don Alfonso Reyes con Cena de Reyes; Édgar Chías con Fronteras; y Martín Acosta con su versión de Anatol de Schnitzler, entre lo más significativo y, entre un buen bocado de danza y teatro provenientes del extranjero, la extraordinaria puesta del lituano Eimuntas Nekrosius a Hamlet de Shakespeare con el grupo Meno Fortas o el espléndido montaje de O vértigo de Quebec.

La XXX Muestra Nacional de Teatro en Culiacán, dedicada a la memoria de Óscar Liera permitió, entre sus muchas flaquezas, por fortuna también observar el trabajo de directores de compromiso fáctico con el hecho teatral como Ángel Norzagaray con El cazador de gringos de Daniel Serrano, persuasiva visión de un tema siempre controversial, la idiosincrasia; o Marco Petriz con Fatalidad, bien logrado relato melodramático de admirable interacción histriónica. Destacaron en la Muestra, como era de esperarse, las presencias de Ricaño y Viqueira con Más pequeños…. y El Evangelio…

En su cuarta edición Ola Nueva encuentro de teatro joven en Acapulco, loable y dinámica iniciativa de Gabriel Brito, hombre de teatro empecinado en darle nuevos bríos a nuestra dramaturgia, congregó nuevos e interesantes exponentes de la más joven generación de autores y directores, entre quienes se encuentran Iván Arizmendi Galeno, Javier Márquez y Miguel Estrada.

Para festejar 25 años del Teatro Benito Juárez del Gobierno de la Ciudad de México, el Sistema de Teatros implementó un festejo magno en el que se llevaron a cabo las lecturas performáticas de Josefa íntima, texto y dirección de Javier Velázquez con la gran actuación de Ofelia Medina, Los caracoles amorosos de Hugo Argüelles, dirigida, adaptada y actuada por Salvador Becerril de la Cruz, Contrabando de Víctor Hugo Rascón Banda bajo la dirección de Iván Arizmendi Galeno y con las actuaciones de Rosa María Ponce (excelente) y Mónica Perea; y Las bellas imágenes de Pablo Salinas dirigida por Ginés Cruz con las actuaciones de Mariana Hartasánchez e Israel Islas (ambos admirables), así como las puestas en escena de Tres desenlaces de Rafael Solana dirigida por Luis Maya y La loca de Bouchout, basada en la novela Noticias del Imperio de Fernando del Paso, que Teresa Selma adapta, actúa y dirige y con la que, justamente —con placa conmemorativa de las 200 representaciones de esta obra, develada por Fernando del Paso, Elena Cepeda de León, Nina Serratos y quien esto redacta—, concluyó el ciclo.

Entre las celebraciones escénicas, Ecce Novo o el tercer Novo de quien esto redacta celebró los 105 años del nacimiento del dramaturgo y poeta Salvador Novo en el Palacio de Bellas Artes.

Y En busca de un hogar sólido de Guillermo Schmidhuber de la Mora celebró los once años de la muerte de la autora de Recuerdos del porvenir a iniciativa de Manuel Naredo del Instituto Queretense para la Cultura y las Artes. También de Schmidhuber, celebrando 50 años de su fundación el grupo Cómicos de la Legua montó La secreta amistad de Juana y Dorotea y un montaje delicioso de ¿En qué piensas? de Xavier Villaurrutia.

En su contexto, la Compañía Nacional de Teatro dirigida por Luis de Tavira tuvo una presencia discutida, pero congruente con sus propios postulados. Pero el teatro mexicano hirvió en propuestas de novedad y en jóvenes presencias como la del director Ginés Cruz dirigió con tino, inventiva y rigor, como ya lo había mostrado en su estupenda lectura performática de Las bellas imágenes, las también lecturas en atril de Cinema Red, canción para pingüinos de Zaira Abreu (joven aunque inquietante dramaturga que logra un desgarrador entramado con personajes de conmovedor potencial), y Nada es para siempre de Verónica Bujeiro, dentro del ciclo The Royal Court Theatre en el Centro Cultural Helénico. Prosiguió Iván Arizmendi galeno con su provocadora pieza Eventos efímeros. María Muro dirigió Mujer on the border con Marta Aura.

Susana Alexander retomó un éxito suyo de los ochenta, ahora sólo como directora: Las cuatro estaciones de Arnold Wesker y montó con la eficacia, decoro y el correcto artesanado que le caracterizan, Madre sólo hay una…. ¡Pero como yo ninguna! Héctor Bonilla dirigió Lobos de Luis Agustoni con las actuaciones de Roberto D’Amico, Víctor Trujillo y Pedro Armendáriz.

Y Humberto Zurita arremetió con el espectáculo Las arpías, así como con la reposición de Pájaro negro de Harrower. Continuaron las temporadas de La muerte burla burlando de Teresa Selma y Hombre tenía que ser de Thelma Dorantes. Maricela Lara dirigió La china poblana, de su autoría, con la actuación de Angélica Aragón. Fernando de Ita siguió representando La estación, obra de gran hondura poética. Juliana Faesler, combativa propositora, llevó a cabo la concreción de su ambicioso Moctezuma II desde la concientización de las formas y la mezcolanza de los estilos, y retomó Nezahualcóyotl, en una temporada que provocó mucha expectación el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Antón Araiza estrenó Café descafeinado e intervino como actor en Ella de Susana Torres Molina. Francisco Franco dirigió la clásica pieza de Arthur Miller Todos eran mis hijos y Javier Velázquez prosiguió con palpable y notorio éxito sus temporadas de El hombre de la rata y The bookman.

Estela Leñero presentó su libro Verbo líquido editado por Escenología, que reúne lo más representativo de su dramaturgia.

Hoy, el teatro mexicano celebra que a pesar de crisis, Influenza, criminalidad y desempleo, la efervescencia parece ser su tónica, quepa subrayar que esto anotado aquí, es sólo un mínimo extracto de la gran cantidad de propuestas escénicas realizadas en el Distrito Federal y en toda la República, dado lo cual no queda sino congratularnos de que el talento y los ánimos emprendedores están presentes en el teatro mexicano con voluntad y persistencia. Un nuevo año sigue y una nueva década comienza. Tenemos la certeza, la convicción y el entusiasmo para inferir que muchos momentos brillantes están muy cerca para nuestro vital quehacer escénico. Que el 2010 nos sea venturoso y lleno de magnífico teatro son nuestros mejores deseos.


La Cultura en México, suplemento de Siempre!,
Presencia de México
Domingo 3 de enero de 2010.

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