miércoles, 23 de febrero de 2011

MUAMAR EL GADAFI ELIGE LA BARBARIE

Juan María Alponte
http://juanmariaalponte.blogspot.com/

La marea de los pueblos ha llegado a Libia (1,759.540 Km2 y 6.7 millones de habitantes) donde su presidente y “Líder de la Revolución”, coronel Muamar el Gadafi, que gobierna desde el 8 de septiembre de 1969, ha contestado con los tanques. La marea popular, en un país donde el desierto representa casi el 99% del territorio, cuenta ya varios centenares de muertos. Vivirán más, en la memoria colectiva, que Gadafi.

Gadafi ha nacido en 1942 en el seno de una familia beduina muy pobre que no poseía ni un solo camello. Su padre, como un día lo fue Mahoma, trabajaba en las caravanas que cruzaban el desierto.

Educación dura traspasada por el pasado de la dependencia al imperio o sultanato turco y, posteriormente, a la expansión imperial de la Italia de Mussolini. Por ello, Muamar el Gadafi nació en el mismo año en que el Ejército inglés derrotaba, en los desiertos, a los soldados alemanes del legendario mariscal Rommel y se hacía cargo de Libia.

La leyenda de las guerras, pues, en la memoria de los beduinos que aspiraban a crear un Estado islámico. Con Gadafi se ha conseguido, pero en el cuadro de una revolución militar y con un líder único. Su hijo, Seif Al-Islam, se preparaba ya para suceder a su padre. Nombrado, por el líder único, como Coordinador de las Organizaciones Populares era ya el segundo en el nivel del poder. ¿Qué más decir?

La familia de Gadafi guardaba en la memoria –mientras la madre le enseñaba las suratas del Corán- las batallas contra los italianos de Mussolini durante la conquista del país. Su padre mismo fue herido y el abuelo muerto. El desierto fue el depositario de sus cenizas. El padre de Gadafi le inscribió, en su día, en un Liceo árabe-italiano mientras su familia vivía a 30 kilómetros (en Sheba) y cuando él iba a ver a los suyos lo hacía, andando, ese largo camino. Fue un estudiante aplicado que se definió, a sí mismo, como un berebere islámico o, mejor, como un beduino. En su adolescencia la ONU reconoció la Independencia de Libia en 1949 y en 1951 Idris fue proclamado rey del país.

En los años siguientes, en el cuadro de las alianzas imperiales, se descubrió, en Libia, el petróleo y ello cambiaría todos los indicadores. Se derrumbó la monarquía y, en 1969, el joven Gadafi, al frente del Consejo de la Revolución, proclamó la república islámica. Poder absoluto y el islamismo al servicio del sistema de poder personal absoluto.

En el informe de Human Rights Watch 2011 se dice lo siguiente: “El Gobierno controla y reprime la Sociedad Civil y esa es la única norma de Libia. Poco progreso en relación con los Derechos Humanos y estancamiento de las reformas de libre asociación y masacres”.

Se insiste, en el informe, en las prisiones arbitrarias. “Las autoridades no han hecho recuento público de la masacre de prisioneros (1,200) en la cárcel de Abu Salim. En el año 2010, dice el Informe de Derechos Humanos, relataba una regresión de la libertad de expresión que permanece severamente restringida. En enero (2010) el Gobierno libio bloqueó el acceso a los últimos siete centros de oposición en el exterior incluyendo Lybian al Uoum, Al Manara y Lybia Al Mostakbal. Los periodistas son hostigados y la ley puede perseguirlos criminalmente. En febrero los servicios de seguridad arrestaron a 4 periodistas de la radio Good Evening Benghazy y prohibieron el programa. En noviembre fueron arrestados 20 periodistas de la Lybian Press Agency y suspendieron la publicación Oea, ambos establecimientos fundados por Saif Al-Islam, el hijo del líder libio”. (Página 564 del Informe). ¿Se creía, el Homo demens, que ese modelo era para siempre?

No sigo porque el Informe de los Derechos Humanos, señala datos impresionantes. En ese marco, en el cuadro de un gobierno personal (que revela casos curiosamente alertadores en orden a las mujeres e inclusive las restricciones padecidas por las propias esposas de Gadafi) de más de 40 años, la explosión que está viviendo Libia y la reacción militar implacable, explica, por otro camino, la fuerza militar del régimen ya que los recursos petroleros permiten al líder de la Revolución Islámica, un poder de represión incalculable. Aviones, cañones, tanques y buques comprados a los países desarrollados y democráticos. ¿Hasta cuándo ese baile de máscaras?

El petróleo representa, en el cuadro de un partido único, un poder ilimitado para el Sector Público cuando la agricultura sólo es posible en el 5% del territorio nacional. Frente a esa situación la industria petrolera conforma el 95% de las exportaciones. Sus reservas son el 3.3% de reservas mundiales (México el 1%) y su producción diaria se acerca a los 2 millones de barriles y se pensaba, para 2011, elevarla a 3 millones. El núcleo duro del poder, desde una simbiosis extraña de socialismo (sin Marx “porque es judío y ateo”) e islamismo intransigente, ha cerrado los caminos de la convivencia y desencadenado el movimiento que hoy revive Libia enfrentando a los hombres y las mujeres con Gadafi. Los cañones le sobran. Nunca son suficientes.

El origen religioso y el fundamentalismo de algunos grupos hacen contradictorio, a su vez, el levantamiento y la tensión, por tanto, entre las regiones de Libia. Sobremanera en Cirenaica donde los Hermanos Musulmanes tienen gran influencia. En suma, el levantamiento popular se escinde en planos ideológicos y culturales muy distintos que no siempre coinciden aunque, en estos momentos, se enfrenten con el régimen de Gadafi y con el hijo que parecía representar una tendencia reformadora.

A su vez, Gadafi, había sostenido el proyecto de Nasser de arabización y unidad supranacional árabe-islámica, pero los encastillamientos particularistas y las tensiones del Islam mismo invitan a matizar los impulsos y, por tanto, a no simplificar los problemas. Nasser, el coronel que sirvió de paradigma a Gadafi desde lo peor, probó y vivió las dificultades y murió sin encontrar respuestas para ellas.

A todo ello cabe añadir el ingrediente de Israel y Palestina lo que, de extenderse la marea (ya en el Yemen, Bahrein y Marruecos es ostensible) los problemas que el mundo occidental no ha resuelto en la zona, con serias responsabilidades, pueden generar conflictos, a escala, imprevisibles. En principio, en medio de la crisis mundial, el aumento del precio del petróleo supone un dilema considerable para las economías en situación, aún, de “pronóstico reservado”. Para México, exportador de petróleo es una noticia que, acaso, engañe, pero no hay que olvidar que México es ya un importante importador de gasolina y productos petrolíferos.

En cuanto a las mujeres de Gadafi se cita un viaje suyo, oficial, a Túnez cuando gobernaba Bourguiba, un hombre árabe moderno. Su esposa, Wassila, invitó a la esposa de Gadafi a una pequeña maquillación para la cena ceremonial y pidió, a su maquilladora, Ángela Lo Monaco, que la preparara. La señora Gadafi, preocupada, dijo: “No le va a gustar”. A Wassila Bourguiba le pareció, la preocupación, infantil. Cuando las dos señoras entraron en el salón de la cena oficial, Gadafi, al ver a su esposa, en alta voz, dijo: “¿Qué es esa pintura que llevas en el rostro? Ve a lavarte”. Silencio y estupor memorables.

Después de Bourguiba, el fundador de la República tunecina independiente de Francia, su sucesor, Ben Alí, fue un “faraón” con todos los lujos. Su esposa igual. Pero esas grandes contradicciones aportan, en la gran marea de la historia, la necesidad de una mirada compleja. La simplificación paraliza la vida humana. Tenemos que asumir que el despertar de los pueblos es la imprevisible memoria de la libertad que habita en el corazón de los hombres y mujeres del mundo aunque existan Gadafis en cada esquina.

E-mail: alponte@prodigy.net.mx



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