domingo, 18 de julio de 2010

¡Agriegarse está en Máquina!

Compañia Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana
presenta
La Máquina de Esquilo
de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio
Teatro La Caja


Una cosa que para mi pesar y enriquecimiento personal he entendido en las últimas semanas es lo verdadero de una lección que acabo de recibir en la maestría de historia del pensamiento en cuanto a que yo, al igual que la mayoría, suelo dar por entendidas ciertas cosas de las que en realidad, parafraseando a Platón en la voz de Sócrates, (y también viceversa) no sé nada.

Gracias a una perenne formación de arquitecto y a la compañía de camaradas, colegas y ociosos (queridos y admirados todos), con un conocimiento a veces vago a veces profundo de producción teatral, creo poder explicar lo que es un Periakti o las características del Ágora y la Skena, y confieso que alguna vez llegué a pensar que este elemental conocimiento era suficiente para decir en una charla de café que conozco las aportaciones de “los griegos” (o atenienses/salaminos, olímpicos, lésbicos –SIC-, ditirambos, corifeos, bardos, rapsodas) a la escena contemporánea.

Lo cierto es que no.

De la mano del dramaturgo Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio la Organización Teatral de la UV ha presentado en las diversas facultades la lectura dramatizada de la obra La Máquina de Esquilo, la cual es un compendio informativo que presenta los orígenes griegos del fenómeno comunicativo que hoy conocemos como teatro.

Como el geek comiquero que soy disfruté la adaptación cinematográfica de la novela gráfica de Frank Miller y Lynn Varley , (como aparentemente también algunos miembros de la compañía); más que utilería o escenografía los actores se ayudaron de algunas pautas visuales para desarrollar el contenido del texto, (el ritmo está muy castigado, parece que cada quien va por su lado, pero recordemos que no es un montaje); cuando el coro, el protagonista y el antagonista han sido depositados en la escena después de su reseña historiográfica los actores desarrollan la lectura de extractos de las obras de Esquilo tergiversados, (a la coloquial buena) por el autor.

Este texto de Luis Enrique se muestra a veces informativo, a veces coloquial, a veces incluso, (en el texto) ceremonioso. Salvo por unas sutiles: “Ahora sí nos cargó la chingada”, y una referencia visual a las imprescindibles teiboleras me parece que más que preocuparse por desarrollar su lenguaje, el objetivo del autor es disponer de primera mano información interesante; se me antoja un texto que se preocupa de curar un poco esa falta de lectura y falta de cultura que la wikipedia y Rius no alcanzan a medio compensar del todo.

Me ha gustado estar ahí… apenas, (pues llegué con nada más que media hora de anticipación y la cola para entrar se salía del lobby), me parece que los que concurrimos a la caja el día de ayer recibimos un esfuerzo didáctico, (como occidentales o menos orientales con respecto a….) para acercarnos al estudio de los textos antiguos griegos a través de otra vía que no sea las versiones, y tergiversiones de los escritos de sir Robert Graves. Hay que recordar que los nacidos en este hemisferio del planeta y desarrollados durante el post 68 debemos nuestro mediano interés por la antigua cultura griega gracias a las versiones de los trabajos del mentado sir tumbas, cuyos refritos hollywoodenses últimamente están saliendo de la patada. (Léase furia de patanes).

Este embrión de montaje es agradable y sumamente recomendable si se le toma por lo que es: una lectura dramatizada de un instrumento educativo. Los actores tienen sus fortalezas y sus vicios, sin embargo no es este el montaje para determinar quien sobresale y quién no.

Por su carácter didáctico me recordó la obra Moliere por ella misma de la dramaturga Françoise Thyrionque, que fuera interpretado exitosamente en Xalapa por la actriz Sherry Denis.

Me parece que este trabajo es el parte aguas de una labor educativa que la Organización Teatral de la UV se ha estado tomando en serio en el interior de las facultades y en lo personal me gustaría ver que con la sencillez y generosidad que algunos de sus integrantes han demostrado en años recientes se sigan elaborando, circulando y pasando de oreja a oreja más y más compendios nuevos de la historia del teatro.

Lejos de saciarme me he quedado con un hambre más profunda.

Es importante defender ambas trincheras: por un lado la reinterpretación y contextualización de textos clásicos de probada universalidad en su contenido, por el otro, nuevos textos que concentren información interesante para los públicos, que sorpresiva y felizmente, los empieza a haber más. Personalmente, sólo deseo que con estas notas nunca llegue a pretender merecer otra cosa que ser alimentado en el pritaneo.

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