lunes, 28 de junio de 2010

Contemplando mi nieve de limón

Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana presenta:
Idiotas contemplando la Nieve
de Alejandro Ricaño
dirección de Alberto Lomnitz


Algo helado está pasando en el ambiente teatral contemporáneo; tan sólo el año pasado en la 7° muestra nacional de joven dramaturgia se presentó una lectura de la obra de Gibrán Portela: "Alaska"; algunos meses más tarde Elena Guiochins nos dejó fríos delegando a la dirección de Alberto Lomnitz su electrizante obra: “Prendida de las lámparas”, narrándonos exitosamente la no muy electrizante vida (que vida no obra) de la escritora Rosario Castellanos. Otro refrescante suceso fue el festival de dramaturgia Ola nueva llevado a cabo en la ciudad de Acapulco y dirigida por Gabriel Brito a quien tuve el gusto de conocer en la ya mencionada 7° muestra nacional de joven dramaturgia donde, además, Alejandro ventiló su aclamada y divertida obra “Más pequeños que el Gughenheim”, ganadora del premio nacional de dramaturgia Emilio Carballido.

¡Caray!, ya se me terminaron las referencias frigoríficas, pero no importa pues seguramente habrá más, y seguramente habrá más porque seguramente esta no será la última obra de Alejandro Ricaño que veremos en Xalapa a cargo de la ORTEUV, si es que la UV sabe lo que le conviene. -SIC-

Ricaño está imponiendo un ritmo de trabajo que refresca un abochornado ambiente cultural que una querida colega bautizaba como la radicalización de la hueva; egresado de la facultad de teatro de la universidad veracruzana ha sabido continuar relaciones de amistad/complicidad con sus contemporáneos así como la búsqueda de un lenguaje propio que en "Idiotas contemplando la nieve" da un paso bien plantado abonado por una de las mejores compañías teatrales del país. (¿Una de las dos?, a mi parecer sí, pero en vista de que son pocos los privilegiados que saben sumar lo delego a nuestra consideración personal, como decía un lapidario crítico: el tiempo dirá lo que tenga que decir).

La historia tiene un poco de hipo, sin embargo el interés no se pierde nunca, gracias en parte al timming que Ricaño ha ido trabajando desde "un Torso, Mierda y el Secreto del Carnicero" y en parte también a un acierto visual por parte del director quien propuso también el diseño escénico conformando una serie de niveles rectangulares que van creciendo hasta topar con el ciclorama convenientemente pintado con un efecto de fuga que le da profundidad a la escena en el aspecto visual. Estas plataformas fueron pasadas al fuego cromático por la pintura escénica de los maestros Jesús Castillo Gutiérrez y compañía que junto a su equipo de Paso de gato repiten exitosamente la mancuerna con Alberto Lomnitz que diera buen resultado en Prendida de las lámparas.

Antes de estar peleado el vestuario está convenientemente resuelto sin mayor pretensión, lo cual, (considerando recientes asaltos a la razón y faltas de inteligencia visual), se agradece. Hay una rica variedad de situaciones y posiciones, es agradable ver que a pesar de retomar el formato frontal se siguen buscando posibilidades, tomando en cuenta que a pesar de ser una ciudad con rica tradición teatral Xalapa casi no tiene espacios que ofrezcan mucha posibilidades en cuanto a formato espacial escénico, (dos nada más para seguir sumando). La sonorización tampoco es algo del otro mundo pero es puntual, oportuna y sutil, en realidad reparé poco en ella por lo cual debemos entender que fue un trabajo bien hecho, lo mismo que la iluminación, los spots, cenitales y ambientes que entraron con la graduación adecuada para construir la escena sin imponerse fortuitamente, repito, reparé poco en ellos de lo cual podemos concluir que fueron buenos trabajos. (o que a mí me falta más observación, que también es posible). Felicitaciones al héroe de mil batallas Miguelón Herrera así como al joven y querido señor Chang... ¡¡¡QUE TODAVÍA ME DEBE UN LAPICERO!!! …Mejor no hago olas que yo y otro par debemos por ahí todavía un taladro.

Héctor Moraz y Karina Meneses nos llevan de la mano por los trágicos acontecimientos que preceden a la caída de la nieve, con sutiles sugestiones se cuelan oportunamente en la historia para reforzar el desarrollo de sus compañeros.

El encuentro de actores conformados con las nuevas generaciones emergentes suele ser el pelo en la sopa de toda compañía, sin embargo Álvaro Zuñiga, Lesly Velásquez y Rodrigo Hernández no piden nada a sus coprotagonistas, de igual manera (y con la justa fama en el nombre) la conocida y guapa Cariño Selene sigue la tradición que impusiera en Rosalba y los llaveros y desarrolla un convincente papel al lado de los imprescindibles Félix Lozano y Alba Domínguez, caracterizando un personaje que nos remite a las Adelitas electorales que después de pasar una semana en un Motel aprenden todo lo que necesitan saber para ser una poderosa fuerza política en nuestro país; por alguna misteriosa e inexplicable razón este personaje gozó de una aclamación popular de casi un minuto por parte del público veracruzano (la sala llena a más no poder por cierto) a una semana de su proceso electoral.

La apertura y creatividad que dejan años de trabajo profesional se ven en el desarrollo de los personajes de Raul Santamaría, Marco Rojas y Rosalinda Ullóa, así como Luisa Garza y Jorge Castillo; no hay huella, (al menos no mucha), de sus personajes anteriores, se percibe un esfuerzo creativo por prácticamente todo el elenco, además del apoyo técnico de Yoruba Romero y Joaquín López Chas bajo la batuta del maestro Austin Morgan, sumándose al trabajo de diseño y promoción de Marichú García Salazar y Omar Munguía Hernández así como la asistencia en la dirección de Miriam Cházaro.

En un ánimo de contribuir antes que señalar, el efecto de la nieve cayendo es muy hermoso cuando es individual, pero la nevada colectiva se ve demasiado "chorreada", sería muy agradable ver que la nieve cayera de forma uniforme sobre todo el espacio, un acomodo paralelo a las calles que soltara la nieve más lento en la boca y más rápido en el fondo mejoraría este último cuadro que es muy agradable además de emblemático, no tanto como patita de ajolote congelada, pero bueno.

La nieve cae y cae oportunamente, pues el calor y el bochorno han estado de los mil demonios, en el frío que envuelve a los desgastados protagonistas su ignorancia, mediocridad y conformismo encuentra un poco de redención, (para luego volverse a fundir en esa ignorancia, mediocridad y conformismo que no suele pasar en tiempo de compensación de sus octavos de final), y aunque San Ricaño no es ningún ángel redentor, si ha evangelizado un poco más de público apático que no vamos al teatro por que preferimos ir al fútbol, al Motel, a Liverpool, o arreglar nuestro baño para poder cagar a gusto... y yo sin mis chilaquiles.

Y por último detalle una ligera contribución política: la gelatteria de los lagos cierra a las 9:00 de la noche, así que si se les antoja una nieve o un helado a la salida del teatro y no se conforman con un sorbete con crema batida de "a la vuelta", será mejor que se lo echen antes de la función o frustrados y antojados terminarán sin su pequeña reparación con la esperanza de que abran el domingo en la mañana. -SIC-




Pdta.- Con mucho cariño le dedico este, mi primer intento de crítica teatral a mi amigo y maestro Gonzalo Valdéz Medellín, que con mucha paciencia logró arar una tierra a la que muchos bueyes le sacaron. (Por supuesto que no le estoy llamando buey a él, aclaro).